jueves, julio 31, 2008

Castillo-Palacio de Perelada


El Castillo-Palacio de Perelada en Gerona

En la villa gerundense de Peralada o Perelada a orillas del Llobregat, se alza el imponente castillo-palacio de los condes de aquella denominación, cuyo elemento más característico son las dos robustas torres cilíndricas que encuadran la fachada principal. Concluida a finales del quinientos, precisamente cuando, al inicio de su reinado, Felipe III creó conde de Perelada al vizconde de Rocaberti, señor de la villa, la mansión a la que, por traslado de emplazamiento, se sumó como capilla, la iglesia gótica del antiguo convento de Nuestra Señora del Carmen, y, ya en el siglo XX, con ocasión de su restauración, un espléndido jardín, permanece en perfecto estado, amueblada y alhajada, conservando una rica biblioteca, que incluye valiosos incunables.

Casi mediado el siglo XX, el palacio era aún de los Sureda, condes de Zavellá y de Perelada, título este último con Grandeza de España. Con posterioridad sería adquirido por el empresario Miguel Mateu, a cuyos descendientes pertenece en la actualidad. Una perfecta simbiosis de respeto al conjunto monumental y actividad económica en torno al mismo permiten la completa preservación del castillo-palacio.

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jueves, julio 24, 2008

Castillo-Palacio de La Calahorra


El Castillo-Palacio de La Calahorra en Granada

Entre los castillos-palacios construidos por la alta nobleza castellana en la primera mitad del quinientos, sobresale el mandado levantar por Rodrigo de Mendoza, marqués de Zenete, hijo del Cardenal Pedro González de Mendoza, de quien había recibido este señorío en la Hoya de Guadix, entregado al purpurado por la Reina Católica en recompensa a su destacada participación en la conquista de Granada. En la capital de dicho estado, denominada significativamente La Calahorra, resolvió el marqués edificar, alzado sobre el ceno que domina la población, un castillo-palacio que no desmereciese de las principescas mansiones de otos miembros de su linaje, cabeza del cual era el marqués de Santillana y duque del Infantado.

Realizada bajo la dirección del italiano Michel Carlone, entre 1509 y 1512, la regia morada de La Calahorra, cuya dependencia más notable es el patio central, fue decorada al modo del cuatrocentismo italiano, reconvertido en plateresco, con extraordinaria profusión de columnas, escudos nobiliarios y elementos característicos del grutesco, labrados en alabastro. En el transcurso de cinco siglos, el palacio siguió las vicisitudes del título a que estuvo vinculado. A la muerte de Pedro de Toledo y Salm-Salm, el ducado del Infantado y, con él, el marquesado de Zenete, a través de la Casa de Benavente, pasaron a la de Osuna, de la que salieron cuando el hijo natural de áquel vió reconocidos sus derechos al citado título. La notoria solidez del edificio le ha permitido resistir relativamente bien el paso del tiempo, si bien mediado el siglo XIX había perdido por traslado o enajenación, los componentes más valiosos de su riquísimo mobiliario y colección de armas.

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domingo, julio 13, 2008

Palacio Ducal de Sanlúcar


El Palacio Ducal de Sanlúcar de Barrameda

Otorgado el señorío de Sanlúcar de Barrameda por Alfonso X al padre de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, la construcción del palacio no se inició hasta 1419 por Enrique de Guzmán, conde de Niebla y señor de Sanlúcar, si bien su traza, sin que faltaran modificaciones posteriores, debe mucho a las obras efectuadas hacia 1533 por mandato del cuarto duque de Medinasidonia. Entre sus elementos arquitectónicos, sobresale una galería de arcos sobre columnas de mármol, que comunica con los jardines. La mansión ha pertenecido a la Casa de Niebla-Medinasidonia cinco siglos, hasta la actualidad.

De los egregios personajes que residieron en aquél, dos de las duquesas, por su acusada personalidad han sido particularmente famosas: María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo (1762-1802), duquesa de Alba y también de Medinasidonia, que, acompañada por Goya, vivió aquí el destierro de la Corte, a causa de su enfrentamiento con la reina María Luisa de Borbón, esposa de Carlos IV; y, dos centurias después, la anterior duquesa, María Luisa Álvarez de Toledo y Maura, que por su actitud contestataria con el Régimen de Franco, fue sobrenombrada la “duquesa roja”, y puso a contribución un gran esfuerzo para ordenar el riquísimo archivo de la Casa ducal y sus enlaces, uno de los más importantes de la nobleza española, conservado en este palacio.

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